Por: Psicóloga Diana Hernández
«Cenizas quedan de aquel Empalme tranquilo donde los niños corrían sin peligro y al esconderse el sol, los jóvenes se encontraban en las calles jugando futbol. Ahora cambiaron los balones por drogas, la cual consiguen en cualquier esquina, si ahí donde venden de forma descarada, donde llegan los policías por su «mochada».
«La juventud se está descarrilando, cambiaron los cuadernos por armas, los lápices por balas y las metas de un título universitario por el apodo de «sicario».
«Ahora en lugar de risas se escuchan gritos y llantos de personas que perdieron a un ser querido o que fueron testigos de una masacre».
«Si bien es sabido que la mayoría de las víctimas anduvieron en malos pasos, pero aun así no debería existir hombre alguno que arrebate la vida a otro ser. Y si, de igual forma actúan de manera descarada a cualquier hora del día, porque no hay autoridad que se los impida».
«Aquí hay dos tipos de hombres uniformados, por un lado aquellos que intentan atrapar hombres malos, pero un superior no los deja trabajar y por otro, los cómplices que aceptan tratos sucios, por miedo o ambición pero lo aceptan, provocando que Empalme arda, dejando desaparecidos, muerte, ansiedad y cenizas de lo que un día fue».
«Y no pasa nada ya hasta con el comandante de la armada se han de haber arreglado por que las cosas siguen igual o peor».