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VIDEO: Torero recibe brutal cornada en el ojo durante la corrida «Concurso de Ganaderías»

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España.- El equipo oftalmológico del hospital Gregorio Marañón ha informado al entorno más cercano del torero madrileño que la lesión ocular parece no afectar a los nervios de la parte posterior del globo ocular. Son informaciones muy cautelosas ya que las próximas 48 horas serán decisivas para conocer con detalle el alcance de la lesión.

En un escueto comunicado emitido por el equipo de comunicación de Javier Cortés han asegurado que la operación se ha desarrollado ‘de manera satisfactoria’ y que en la madrugada del domingo al lunes se le ha pasado a observación donde se encontrará en los próximos días.

El percance llegó en la corrida «Concurso de Ganaderías» celebrada en Las Ventas cuando el pitón del tercer toro alcanzó el rostro del torero madrileño que perdió el conocimiento al desplomarse sobre un subalterno que fue a socorrerle. Después, el doctor García Padrós le estabilizó y le derivó al Hospital Gregorio Marañón donde, unos minutos después de las once de la noche, se procedió a la operación que duró cerca de tres horas. Pese a la gran inflamación de la región maxilar derecha, los médicos han considerado un signo positivo el hecho de que la parte posterior del ojo no esté dañada. Cabe la esperanza en momentos tan dramáticos para el torero madrileño.

 

Un derrote hacia el cielo, duro y seco terminó en el rostro de Javier Cortés. Fue en un pase pecho al torazo de Marqués de Albaserrada que desde que salió se lo puso muy difícil al madrileño. Le arrancó el capote de las manos obligándole a saltar al callejón. No se descompuso Cortés, que empezó la faena doblándose con el toro. Los astifinos y largos pitones pasaban a la altura de su cara una y otra vez. Asentado, echando la muleta delante, apostando por un toro que no merecía la verdad desnuda de Cortés. Al ligar un pase de pecho por ese pitón tras el cambio de mano llegó el derrote fatal. En el suelo lo buscó con saña el de Albaserrada. La sangre ya empañaba la visión de su ojo derecho que Cortés se tapaba. La sangre caía por una herida del pómulo. Se desplomó sobre un subalterno que fue a su encuentro. Rápidamente se lo llevaron a la enfermería y, tras estabilizarlo, fue trasladado al hospital Gregorio Marañón.

El doctor Máximo García Padrós valoró de urgencia el alcance de la lesión: «Tiene una herida por asta de toro en el pómulo, que conlleva una lesión en el globo ocular importante, por eso lo hemos derivado rápidamente al equipo de oftalmología del Marañón, allí valorarán con mayor precisión la gravedad de la lesión que pueda tener el torero».

«Al tratarse de una cornada que afecta al globo ocular, hay que tratarlo con mucha cautela y hay que esperar para valorar en qué puede traducirse y qué tiene afectado», concluyó Padrós. El pronóstico era grave. La tarde se tornó gélida.

Antes, Fernando Robleño, que despachó al toro hiriente, se había crecido ante un gigantesco santacoloma de La Quinta. La cruz llegaba a la barbilla del torero de San Fernando de Henares. Los mandondes e inteligentes doblones del inicio mostraron los pilares fundamentales que iban a marcar la faena: su exigencia y su buen pitón izquierdo.

Robleño se rompió al natural tras superar la falta de recorrido por el otro pitón. Hubo muletazos con temple, trazo en redondo y bella estética. Poco duraba la relajación al natural en el toreo de Robleño que veía como el de La Quinta se volvía por el derecho sabiendo lo que se dejaba detrás. Fue una faena madura, llena de tensión, preñada de mérito. Sonaron los tres avisos, el segundo de ellos cuando el toro se paso de pitón a pitón al enjuto torero cogido por el chaleco tras el cuarto pinchazo. El tercero cayó cuando el toro se estaba echando. Patético protagonismo del presidente, José Magán. Madrid reconoció con una ovación la madura imagen de Robleño.

Un toro tremendo de Murteira completaba el lote de Fernando Robleño. Que dio lo mejor de sí en el entregado saludo por verónicas. La afición lo jaleó. Como las tres arrancadas al caballo. Ahí se acabó la boyantía del toro portugués que no dio opción alguna en la muleta.

A Rubén Pinar le cuesta entrar en Madrid. Su capacidad con toda clase de toros está más que demostrada. No le pasaron ni media. El de Baltasar Ibán que abrió su lote fue el típico toro de público. Se arrancó siempre de largo, tanto en el caballo como a las telas. Y, después, se quiso quitar los trastos de delante con brusquedad. Pinar se justificó. El de Pedraza de Yeltes resultó deslucido por su constante gazapeo. Muy pegajoso. El de más clase resultó ser el sobrero de Rehuelga, pero la comunión no llegó a ser total.