En redes sociales abundan las historias, pero muchas de ellas nos hacen entrar en reflexión sobre el actuar – bueno o malo – de algunas personas, por lo que en esta ocasión nos ocuparemos de un niño, que obtuvo un préstamo de mil 500 pesos para sufragar un gasto urgente de su familia, y se comprometió a pagarlo en ocho meses… Y cumplió.
Él se ocupa como empacador (“cerillito”, les dicen porque utilizan boina roja) en un comercio cercano a su casa.
Un buen día su familia tuvo problemas económicos y él no estaba generando recursos, debido a que no lo dejaban trabajar por la emergencia sanitaria derivada de la pandemia por el COVID-19.
Por tal motivo fue con una vecina y le solicitó un préstamo por mil 500 pesos, el cual le liquidaría en ocho meses, aunque ella pensó que jamás pasaría aquello, pero aun así le dio el dinero.
La sorpresa de la vecina fue tal que justo a los ocho meses llegó el “cerillito” con una bolsa llena de monedas, se puso a contarlas y le cubrió la totalidad del préstamo en una sola exhibición y dentro de la fecha acordada.
El mundo necesita de nuevas generaciones, con la calidad humana del “cerillito” de esta historia, para volver a la grandeza de antaño, donde los valores eran absolutos en la sociedad.