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¿Hasta cuándo vas a permanecer indiferente, mi Guaymas, a este proceso de auto destrucción?

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Guaymas, Sonora.- Damos espacio aquí para la reproducción de un interesante tema, a manera de reflexión, que en redes sociales está publicando Nora Garza, y que sin duda alguna resultará de sumo interés para nuestros lectores, más cuando se trata de la pérdida de la economía, la alegría, la paz y tranquilidad en esta ciudad y que hoy sufren sus habitantes.

“¿Qué te pasó, mi Guaymas querido?

¿En qué preciso momento te nos fuiste de las manos?

Si tú eras un Guaymas hermoso “puerto delicioso en donde encontré a una encantadora hija de Sonora a la que adoré”.

Si tú eras el pueblito aquel cuyo desarrollo se desprendió tras convertirse la industria pesquera en su sostén económico.

Si eras la ciudad que coqueteaba con la modernidad tras construirse un nuevo aeropuerto, una emblemática plaza donde se destaca a los tres presidentes que nacieron en este terruño, y crecían los asentamientos humanos con alegre perspectiva.

Hoy estás plagada de proyectos inconclusos, obras que se anunciaron como parte de un gran desarrollo y quedaron convertidos en simples “elefantes blancos”.

Donde el turismo llegaba hasta completar el millón de visitantes al año, dejando una derrama que animaba a los guaymenses a emplearse en San Carlos, por las utilidades que esto dejaba.

Donde podíamos irnos tranquilamente a la playa que se nos antojara sin que nadie nos dijera nada, ni mucho menos nos impidiera el paso.

Donde los carnavales alcanzaban fama internacional, las fiestas de la pesca atraían a miles de asistentes y la Semana Santa convertía a San Carlos en el centro de reunión por excelencia de los vacacionistas.

Si eras el único municipio en Sonora que atendía al cien por ciento a los estudiantes en su nivel básico con las suficientes escuelas y espacios educativos.

Si aquí se reía, se bailaba, se divertía. Era tal la confianza que, en tiempo de calor, la gente dormía en catres sobre la banqueta sin el temor de ser víctima de un delincuente.

Si eras la ciudad donde, desde el mar, se divisaba la plaza de los Tres Presidentes y el puerto de Guaymas, tierra de hombres valientes, según decía la canción “El Marinero de Guaymas”.

¿En qué momento te convertiste en este negro y lúgubre sitio, donde las playas pasaron a ser de propiedad privada y nos quitaron el derecho de gozar de nuestra naturaleza?

¿En qué momento te olvidaste de los edificios históricos convirtiéndolos en vergonzosas ruinas que hoy afean tu Centro Histórico y representan un grave riesgo para la gente?

¿Cuándo empezaste a llenarte de indigentes, resultado de las descontroladas y lesivas adicciones, que hoy pululan por doquier en medio de lastimosos espectáculos?

¿Cómo es que por irresponsabilidad y soberbia te llenaste tanto de basura en medio de un problema que se advierte todavía complicado para su solución?

¿Cómo has podido ver el tiempo transcurrido mientras el negocio de la pavimentación sigue beneficiando a unos cuantos y el resto de las calles sigue en un estado intransitable?

¿A partir de cuándo viste apagarse una a una las lámparas del alumbrado público, de tal forma que hoy las colonias, incluyendo el centro de la ciudad, están literalmente sumidas en las tinieblas?

¿Desde cuándo permitiste el desbordamiento de la violencia que casi llega a ser generalizada, con un índice de robos y asaltos, crímenes y ataques que nos enseña las peores estadísticas de la historia?

¿Dónde quedaron aquellos tus hijos educados y respetuosos que se inclinaban ante la figura paterna, el maestro y cualquier persona adulta que llamaba la atención por un mal comportamiento?

¿Cuándo te plagaste de funcionarios corruptos, irresponsables y sinvergüenzas que han hecho de la función pública un negocio particular mientras la ciudad se nos deshace entre las manos?

¿Hasta cuándo vas a permanecer indiferente, mi Guaymas querido, a este proceso de auto destrucción que parece no tener fin?

Dime, Guaymas… ¿Qué nos falta ahora para acabar de una vez por todas contigo?”.