Sonora- La búsqueda de desaparecidos en México ha llegado al fondo del mar de Cortés, patrimonio natural de la humanidad, donde buzos de la Marina y madres de Sonora que han perdido a sus hijos se sumergen para encontrar cientos de cuerpos que
los sicarios han arrojado al océano.
Los rastreos ocurren en los puertos de Empalme y Guaymas, uno de los más importantes del Pacífico mexicano, donde el colectivo Guerreras Buscadoras, que forman madres, hijas, abuelas, suegras y cónyuges de las víctimas, tienen una lista de más de 500 desaparecidos gracias a pistas de los propios sicarios.
«Nuestras playas las cuidamos y son algo muy bonito como para que esté pasando esto, estamos consternados como colectivos y como familiares de los desaparecidos, el motivo no lo entendemos, por qué los están arrojando al mar”, expresó a Efe la responsable de las Guerreras Buscadoras, Sinthya Maritza Gutiérrez Medina.
Hacemos el llamado que nos los dejen en un lugar donde podamos encontrarlos porque no nada más en contenedores los han arrojado, también los han dejado expuestos en la orilla de la playa o el mar los ha jalado (arrastrado) a la orilla y así encontramos a las personas”, añadió.
«Tocamos puertas a la Comisión Nacional de Personas Desaparecidas, también con la Secretaría de Marina Armada de México para el apoyo en buzos y lo que es la panga (pequeña embarcación), también tenemos el apoyo a la Comisión Estatal de Búsqueda que nos está apoyando ahorita con un dron acuático”, declaró Gutiérrez Medina.
Estoy bien agradecida, ni cómo pagarles su ayuda, ellos no son familiares, pero nos apoyan tal cual como si fuéramos una sola familia. De la Comisión Nacional de Búsqueda nos trajeron un dron acuático que alcanza profundidades que nunca hubiéramos
alcanzado”, expresó María del Rosario Gutiérrez Urías, integrante del colectivo.
La líder de Guerreras Buscadoras lleva cuatro años y medio en búsqueda de su hijo Gustavo Ángel Godínez, desaparecido el 30 de junio de 2017.
En la primera ocasión que buscaron en el mar encontraron tres contenedores con los cuerpos de cuatro hombres y una mujer, ya identificados y entregados a sus familias.
En los últimos meses, el colectivo ha recibido denuncias anónimas y avisos de los propios grupos criminales de la región, que les han revelado algunos puntos donde tiraron a sus víctimas, principalmente en las zonas conocidas como el Paraje Viejo, Bahía Catalinas y La
Salada, en el puerto de Guaymas.
Las búsquedas bajo el mar fueron posibles con el apoyo de ocho efectivos de la Marina en una embarcación de rescate acuático de clase Defender, tripulada por dos pilotos, dos efectivos de seguridad y cuatro buzos de la Estación Naval de Búsqueda, Rescate y Vigilancia Marítima.
Tenía varios años de embarcarse en una embarcación de pescado, tiburón, él viajaba por el litoral del mar de Cortés y el golfo de California, él decía y siempre me lo dijo que él prefería quedar en el mar, fue su fuente de trabajo, le daba para sustentar a su hija,
hoy su niña tiene seis años”, relató la mujer.
Porque estoy en una lucha de un año y cuatro meses donde lo que más anhelo es encontrarlo para tenerlo en nuestro hogar”, reconoció.
Es un lugar turístico y sí son hermosas nuestras playas, pero desafortunadamente por medio de mensajes anónimos hemos recibido el pitazo (aviso) de que los echan a nuestros familiares al mar con tambos (toneles) llenos de cemento en los pies, otros con
tambos de 200 litros descuartizados, es muy duro esto, pero es la realidad”, añadió la activista.
La búsqueda en el mar de Cortés refleja la profunda crisis de desapariciones en México, donde en mayo pasado se superó la cifra de más de 100 mil personas no localizadas desde 1964, cuando se inició el registro oficial, que ahora reporta casi 106 mil personas.
María del Rosario también se arrojó al mar para buscar a su hijo Jesús Gabriel López Gutiérrez, desaparecido el 4 de abril de 2021, quien era pescador y había pedido como última voluntad que sus cenizas fueran arrojadas al océano porque “él amaba el mar, su vida era el mar”.
Las Guerreras Buscadoras lamentan que el mar de Cortés, considerado por la Unesco como Patrimonio Mundial Natural de la Humanidad, haya sido convertido en una fosa clandestina.
Desde 2017 hasta la fecha, el colectivo ha encontrado más de 262 cuerpos, en fosas y hornos clandestinos en la región de Guaymas y Empalme, en el sur de Sonora.