Empalme, Sonora.- Las fiestas callejeras que se realizan clandestinamente, o las que se hacen en casas, sin las mínimas medidas de seguridad, han disparado el índice de contagios de COVID-19, y las consecuencias las pagan quienes ni siquiera asisten a las mismas, principalmente los adultos mayores, los abuelitos.
A esas fiestas, conocidas popularmente como “juntadas”, asisten principalmente jóvenes que por lo general son asintomáticos a la enfermedad, pero invariablemente son portadores del mortal virus, que solo en Guaymas y Empalme ha cobrado la vida de cerca de 400 personas.
Según fuentes de la Secretaría de Salud, estos jóvenes posteriormente van a su casa o a la de sus abuelos, y los contagian, o a otros miembros de su familia que son de alto riesgo, como los diabéticos, hipertensos, asmáticos, con problemas renales o del corazón, los que finalmente mueren, o bien se ven al borde de la muerte.
En Empalme cada fin de semana es común ver a grupos de jóvenes que se reúnen en las calles, en el exterior de algún domicilio o al interior de estos, pero muy aglomerados y sin las medidas de protección adecuadas, las que hasta el momento no han podido ser controladas.
Mientras tanto, la Policía Preventiva Municipal no está atendiendo los llamados sobre reportes de fiestas, pues están “ahorrando gasolina, pes el jefe (alcalde) anda en campaña por su reelección”, argumentan, y les tienen recortado la ración por turno de combustible.
