San Felipe, Baja California.- En esta comunidad, de unos 200 mil habitantes, para nada es un secreto que apenas oscurece y el mar cobra vida, la actividad de la pesca furtiva de Totoaba se repite noche tras noche y hasta el amanecer, en una total impunidad, pese a tratarse de una acción atentatoria contra una especie en peligro de extinción.
La captura de Totoaba está prohibida desde 1975, pero por lo mismo resulta bastante lucrativa para los pescadores furtivos, que reciben alrededor de cuatro mil dólares por cada kilogramo de buche de esta especie.
El buche de Totoaba es muy codiciado en los mercados de Estados Unidos y China, supuestamente por sus altas cualidades curativas y por ser potencializador sexual natural.
Apenas oscurece y aparecen las pick-up’s 4X4, con pangas en sus cajas y demás aditamentos – gasolina incluida – para poner a flote estas embarcaciones menores y hacerse a la mar en busca de la especie marina prohibida.
La captura – en la mayoría de los casos – es rápida, los vehículos se alejan del lugar si acaso una hora, hasta que se contactan con la tripulación de la panga, entran con todo y pick-up al mar, hasta que el agua llegue a medio neumático grande, y proceden a descargar la Totoaba.
Las autoridades brillan por su ausencia y toleran esta depredación de la especie en peligro de extinción.
