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Mujer es violada por 6 policías; obligan a su esposo y hermano a ver

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Coahuila.- Mónica viajaba en su camioneta junto a su esposo y hermano por la intersección de bulevar Libertad y Revolución en la ciudad de Torreó, cuando elementos de la Policía Municipal los detuvo.

Los agentes, sin mediar palabra alguna y en carencia de una orden de aprehensión, detuvieron a los tres tripulantes quienes, en lugar de ser consignados ante el Ministerio Público (MP), fueron llevados a una bodega ubicado detrás de las oficinas de la Dirección de Seguridad Pública de Torreón.

Durante el arresto, les robaron veinte mil pesos –dinero con el cual comprarían material para hacer arreglos a su negocio de ropa– alhajas, ropa y el vehículo en el que se transportaban, el cual condujo personal del Ejército Mexicano, elementos que fueron llamados por los policías municipales para que los «apoyaran» con la detención.

Al llegar a dicho lugar, Mónica se quedó afuera dentro de una patrulla, mientras su esposo y hermano eran introducidos a la bodega.

Sin embargo, un oficial más llegó y, cuando vio a la mujer de entonces 26 años dentro del vehículo, enfureció contra una de las policías que habían llevado a las tres personas al lugar.

«¡Eres una pendeja! ¿Por qué la tienes detenida ahí?», le dijo el oficial a la uniformada, por lo que inmediatamente metió a Mónica a la bodega, mientras amenazaba con hacerla «pedacitos» si se oponía.

«Bienvenida a la fiesta», le dijo un oficial a la mujer al entrar al galpón, donde vio a su hermano y su esposo sentados, desnudos y ensangrentados. Fue ahí cuando inició el infierno de Mónica.

Los uniformados la amarraron y vendaron, para después empezar a sumergir su cabeza en repetidas ocasiones al interior de una cubeta con agua.

Luego, la asfixiaron con bolsas de plástico, la golpearon en las nalgas con un tablón de madera y la arrastraron por el suelo jalándola del cabello. También le aplicaron descargas eléctricas en los genitales y las piernas.

Mientras la tortura era realizada, los gendarmes no dejaban de hacerle preguntas a Mónica, mismas no podía contestar.

Durante los escasos instantes en que los oficiales cesaban los castigos, Mónica veía cómo golpeaban a su esposo con látigos con espuelas de metal y le desprendían la piel de la pierna con un cuchillo.

Cuando parecía que el infierno había terminado, un representante de la Secretaría de Seguridad Pública de Torreón comenzó a besarla bruscamente, a morderla en la cara y el cuello, luego la violó delante de su esposo y su hermano.

Uno tras otro, seis policías violaron a Mónica. Por si fuera poco, los oficiales se masturbaron en su cara, la obligaron a practicarles sexo oral y tragarse el semen.

Todo esto mientras elementos del Ejército miraban la escena.

Tras el viacrucis de tortura encabezada por la Policía Municipal de Torreón y la supervisión de efectivos militares, los detenidos fueron llevados a las oficinas de la Procuraduría General de la República (PGR) en la capital coahuilense.

Sin embargo, en el camino, el esposo de Mónica murió en sus brazos, a consecuencia de la tortura.

Al llegar a la PGR, Mónica y su hermano estuvieron más de 12 horas bajo custodia policías, después los llevaron en avión a las oficinas de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) en la Ciudad de México.

Ya en la capital del país, los obligaron a firmar una «confesión» en la que afirmaban formar parte de «Los Zetas» y si se negaba a hacerlo, le iba a mandar fotografías de sus hijos y de su madre «muertos y descuartizados».

Ante el miedo de que las amenazas se hicieran realidad y que las torturas volvieran, Mónica y su hermano firmaron la confesión.

Al día siguiente, ambos fueron presentados ante los medios como integrantes de una banda de secuestradores y señalaron que el esposo de Mónica había muerto luego de un enfrentamiento tras el operativo que buscaba su detención.

Además, se dio a conocer un decomiso de armamento de alto poder y equipo táctico, así como redes de comunicación.

Desde entonces, Mónica y su hermano están en prisión en espera del resultado de su juicio por cargos de participación en delincuencia organizada.

En tanto dos de los cuatro hijos de Mónica están al cuidado de un albergue, ya que, ante su encarcelamiento y el asesinato del esposo, su familia no puede asumir el costo de su manutención.