España.- Lokhi Bloom, un niño de dos años, sostenía como de costumbre una de sus pistolas de juguete en su casa de Colorado Springs (Estados Unidos). Entre ellas, una le llamó más la atención. Con el rifle en su boca, accionó el gatillo, y el juego se convirtió en una pesadilla: aquella arma era real, un Ruger calibre .380 cargado de su madre acabó por accidente en sus manos. Los servicios sanitarios solo pudieron certificar su muerte.
Ahora, un juez de Colorado acaba de condenar a 24 años de prisión a su madre, Melissa Michelle Adamson, de 33 años, culpable de la negligencia que llevó al fallecimiento del pequeño Locki. En un principio, sus abogados quisieron culpar al padre, según cuenta la revista People recogiendo informes de medios locales. Pero al final, Adamson ha aceptado un acuerdo de culpabilidad con los fiscales.
Según se pudo saber durante el juicio, al menor le encantaba jugar con pistolas de agua. Era común que se las pusiera en la boca y accionara el gatillo para beber agua, por lo que el gesto que acabó con su vida le salió como algo natural. Su vida en la casa de Colorado Springs no era la ideal para un niño de dos años: su madre se estaba recuperando de su adicción a la metanfetamina.
El pasado de Adamson había sido muy turbio, con altercados con violentos narcotraficantes que, según ella, le habían obligado a tener varias armas en casa, como varias pistolas como con la que disparó Locki o un hacha que encontró la Policía durante el registro. También hallaron agujas para inyectar droga que estaban al alcance de su hijo.
Adamson se enfrentaba a entre 16 y 26 años de prisión tras declararse culpable de los hechos, así como de dos cargos más por tráfico de drogas, ya que admitió que vendía marihuana a menores. Al final el juez de Colorado decidió aplicar casi la pena máxima.