Filipinas.- El autoritarismo y el recorte de libertades se propaga por el planeta al mismo ritmo que el coronavirus, pero en Asia los ejemplos son si cabe más notorios, como ha demostrado el miércoles el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, que ha amenazado con “hacer matar” a todos aquellos que “den problemas” durante las medidas de cuarentena impuestas por el Covid-19 en el país.
El mandatario, que ha indicado que no dudará a la hora de dar este tipo de órdenes a la Policía o el Ejército, ha aseverado que se trata de “una advertencia para todos”. “Seguir las instrucciones del Gobierno en este momento porque estamos en un momento crítico”, ha manifestado antes de recalcar la importancia de “no provocar daños a los trabajadores sanitarios ni médicos”, una cuestión que considera un “grave delito”.
En este sentido, ha aseverado que sus “órdenes a la Policía y el Ejército, en caso de que alguien dé problemas es clara: matalos de un disparo”, según informaciones de la cadena de televisión CBS-CBN.
Las palabras de Duterte han tenido lugar después de que los residentes de un distrito de la ciudad de Quezón salieran a la calle para protestar cerca de una autopista por no recibir suficiente comida y ayudas desde que comenzó la cuarentena hace dos semanas. Las fuerzas de seguridad les pidieron que volvieran a sus casas, pero la población se negó, tal y como asegura la Policía, que acabó deteniendo a una veintena de personas.
En Filipinas la pandemia de coronavirus ha dejado por el momento cerca de un centenar de muertos y más de 2.300 casos confirmados.
“Poderes especiales”
Duterte ha demostrado ya con creces que no le tiembla la mano a la hora de acabar con los traficantes de droga o los terroristas islamistas sin el más mínimo respeto por los derechos humanos. Ahora ha logrado que el Congreso le otorgue “poderes especiales” bajo la emergencia nacional, lo que le permite actuar sin contar con el Legislativo, modificar los presupuestos a su antojo e intervenir empresas privadas.
Grupos civiles y partidos de la oposición han alertado del riesgo de que se implante una “ley marcial de facto” al dar tanto poder a un mandatario que no oculta su poco apego a los cauces democráticos. “Hay pocos frenos a los nuevos poderes de Duterte y, como sus aliados controlan el Congreso, encontrará muy poca resistencia política para hacer lo que quiera”, advierte el subdirector de Human Rights Watch (HRW) para Asia, Phil Robertson, a Efe.
El mandatario ha colocado a las Fuerzas Armadas al frente de la crisis, en detrimento del Departamento de Salud, y ha designado al general retirado Carlito Galvez líder del equipo. “Estamos en guerra contra un enemigo invisible y necesitamos gente entrenada en el arte de la guerra”, esgrimió su portavoz ante las críticas por la militarización de la respuesta a la pandemia.
No es algo nuevo. El analista filipino Richard Heydarian recuerda que la gestión de Duterte se basa en la búsqueda de crisis -guerra contra las drogas, terrorismo, desastres naturales y ahora el coronavirus- para adoptar medidas extraordinarias. “Su algoritmo de poder opera bajo situaciones de emergencia, siempre más allá del marco constitucional”.
La actual pandemia es una oportunidad atractiva para que “proto-dictadores de todo el mundo construyan un clima de terror del que puedan sacar réditos políticos”, remarca Heydarian, profesor de relaciones internacionales de la Universidad La Salle en Manila.