Un cachorro con diarrea es algo relativamente común entre los dueños de mascotas, nada que parezca de mucho cuidado y que no se arregle con una visita al veterinario. Sin embargo, los médicos advierten sobre la seriedad de esta enfermedad que los cachorros contagian a los humanos y que puede afectar de manera severa a bebés, personas de la tercera edad y embarazadas.
Se trata de la Campylobacter jejuni, una bacteria que, de acuerdo con los centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), cada año provoca cerca de 1.3 millones de enfermedades diarreicas, nada mal para un padecimiento habitual de cachorros.
Las personas contagiadas por este mal pueden presentar vómitos, fiebre, dolor y calambres abdominales, náuseas y diarrea con sangre durante un periodo de dos a diez días. En el peor de los casos, los enfermos humanos pueden desarrollar artritis y síndrome de Guillain Barré, una enfermedad que puede causar parálisis. Los grupos más vulnerables son personas mayores de 65 años, embarazadas, enfermos crónicos, personas con sistemas inmunológicos débiles y bebés.
Los CDC reportan un brote de 118 personas con Campylobacter jejuni en 18 estados. Lo interesante es que 101 de ellas, el 95 por ciento, tuvieron algún contacto con cachorros, incluso tan breve como durante la visita a una tienda de mascotas.
No obstante, la rapidez e incidencia del contagio no es lo más preocupante del asunto. Lo verdaderamente preocupante es que una cepa de la Campylobacter jejuni es resistente a los antibióticos comunes como azitromicina, ciprofloxacina, clindamicina, eritromicina, ácido nalidíxico, telitromicina y tetraciclina. Pero los cachorros, claro, no tienen la culpa de esta circunstancia.
De acuerdo con el doctor Bruce Y. Lee, el problema de fondo es que los veterinarios están aplicando antibióticos a los cachorros a diestra y siniestra, como una manera de prevenir infecciones, aún cuando los animales están sanos. Y les aplican antibióticos de amplio espectro que no sólo matan bacterias malas, sino también las buenas, lo que provoca la resistencia a estos medicamentos.
En el caso de animales domésticos la preocupación se extiende por el contacto que tienen con humanos y la facilidad con que pueden transmitir a los humanos, enfermedades resistentes a los antibióticos.
Lee recuerda que ningún animal de dos patas o de cuatro debe recibir dosis de antibióticos a menos que realmente los necesite. Porque el desastre de salud en que se está convirtiendo la resistencia a estos medicamentos se está gestando no sólo en los humanos, sino también en los animales que come y en sus animales de compañía.