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Declara el hijo del Mayo en el juicio contra el Chapo

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Nueva York.- Sobre huidas en carros de lavandería, negocios de cocaína al 50 %, sobornos y encargos de asesinato a rivales trató el relato hoy de Vicente Zambada, hijo de «El Mayo» Zambada, y uno de los principales testigos en el caso contra el líder del cartel de Sinaloa, su «compadre» Joaquín «El Chapo» Guzmán.

Ante la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York y vestido con mono azul de presidiario, Vicentillo, retenido en una prisión federal desde 2009, saludó cortésmente al Chapo tras subir al estrado de los testigos, justo antes de iniciar un relato de cómo su padre inició los negocios con Guzmán, el apoyo que le dio tras su huida del penal de Puerta Grande y de los problemas que tuvieron Zambada y el Chapo con los Carrillo Fuentes.

El Chapo, que respondió con agrado al saludo con un atisbo de sonrisa al reconocimiento del hijo de su antiguo socio -y padre de uno de sus ahijados-, comenzó alegre la primera jornada tras el parón navideño de su juicio, saludando y abrazando a sus abogados, deseándoles un feliz año nuevo.

Con todo, conforme se desarrollaba la narración de Vicentillo, el rostro del Chapo, vestido de traje azul y corbata a juego, se fue ensombreciendo mientras escuchaba atento a Vicente Zambada.

Durante toda la jornada, la fiscal Amanda Liskamm intentó desmontar con su interrogatorio -criticado en varias ocasiones por el juez Brian Cogan por su excesivo detalle- la principal línea de defensa del Chapo: que él no era el líder del cartel del Sinaloa, sino los hermanos Zambada.

Vicentillo relató ante el jurado la huida de Guzmán de la cárcel en 2001, lo que supuso un punto central en la sociedad criminal entre el Mayo Zambada y el Chapo.

El Chapo huyó de la cárcel en un carro de lavandería, una salida que le relató a Vicentillo el propio Guzmán en una reunión posterior a su salida.

Escondido debajo de sábanas y mantas del presidio, el encargado de la lavandería, un tal Chito, consiguió que el narcotraficante pasara todos los controles hasta dejarlo en libertad.

Además, Zambada afirmó ante el jurado que el Chapo negó cualquier soborno o complicidad al más alto nivel, rechazando haber sobornado al por entonces presidente mexicano, Vicente Fox, o al director del presidio.

A la salida de prisión, sin embargo, Guzmán se encontró en la ruina económica, aunque recibió la ayuda del Mayo Zambada, que le aseguró un 50 % de la cantidad que consiguiera por cada kilo de cocaína.

Vicente Zambada, que alcanzó un acuerdo de culpabilidad con la fiscalía el pasado año por el que se comprometía a un pago de 1.373 millones de dólares a cambio de colaboración y un permiso de residencia para su familia, era una pieza fundamental del cártel de Sinaloa hasta su arresto en Ciudad de México en 2009, encargándose, entre otras cosas, de coordinar y cobrar envíos de droga.

La colaboración con la Fiscalía, con la que Zambada quiere reducir una posible cadena perpetua, supuso la narración de diversos encargos de asesinatos, con los que el Chapo quiso deshacerse de rivales.

Uno de estos asesinatos fue el de Rodolfo Carrillo Fuentes, cuya muerte ordenaron el Chapo y el Mayo a la salida de un centro comercial en Culiacán.

Además, Vicentillo detalló algunas de las reuniones que mantenía ambos narcos. En una de ellas, explicó, se reunieron con responsables de Pemex -la petrolera mexicana de titularidad estatal- y con responsables políticos mexicanos, con los que quisieron organizar un envío en un barco petrolero de la compañía, con lo que se aseguraban su llegada.

En otra de las «juntas» de los líderes del cartel de Sinaloa, contemplaron la idea de comenzar a cocinar metanfetamina, si bien eso fue en 2008, poco antes de que Vicentillo fuera capturado, por lo que no supo si llegaron a comenzar ese negocio.

Una de las grandes ausentes a esta vuelta al curso judicial fue la joven esposa de Joaquín Guzmán, Emma Coronel, que hoy no se encontraba en la bancada reservada para los invitados de la defensa.

El juicio continuará mañana mismo, con la fiscalía retomando su interrogatorio, para después cederle el testigo a la defensa.