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Con el esfuerzo de su familia, consiguió convertirse en la prime mujer piloto de su país

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El Salvador.- Susana Lissette Ibarra Cáceres es una piloto que se ha convertido en todo un ejemplo para la mujer salvadoreña; para aquellas que luchan por alcanzar sus sueños y romper paradigmas. A sus 32 años de edad, ya se abrió camino en una aerolínea al otro lado del mundo. Tiene el orgullo de decir que es la segunda mujer contratada en Kuwait Airways y la primera extranjera en toda la historia de la compañía. Ella misma reconoce que ha llegado al Estado de Kuwait, en Asia Occidental, a hacer historia.

Puede que recuerden a Susana porque hace algunos años (tres, para ser exactos) también se convirtió en la primera piloto comercial salvadoreña, certificada como primera oficial por la extinta VECA Airlines, que cerró operaciones en enero del 2017 por problemas financieros. Otros incluso podrían recordarla porque fue Miss Ahuachapán en 2004, una de las favoritas del certamen.

Desde hace un año fue contratada como Primera Oficial por Kuwait Airways, lo que la obligó a mudarse a uno de los países petroleros más ricos del mundo. La aerolínea es la más grande de Kuwait y fue fundada en 1954. Posee una flota de aviones Airbus y Boeing.

Ostentando con orgullo un puesto que en retrospectiva ha sido mayormente destinado a los hombres, Susana vuela un Airbus 320 y va a destinos como Roma, Ginebra, Beirut, Estambul, Dubai, Catar, Paquistán, Egipto y Arabia Saudita. Pero antes tuvo que enfrentarse a largos procesos de pruebas, cuyos resultados fueron muy satisfactorios.

Está consciente de que ser piloto es tener un cargo lleno de responsabilidad y toma de decisiones. «Debo estar muy concentrada todo el tiempo, ya que cualquier error o descuido en esta carrera puede ser fatal», considera.

La salvadoreña se ha ganado el respeto de todos en la compañía y cree que su determinación y coraje la han llevado a cumplir sus objetivos. «Nunca me había sentido tan orgullosa de ser mujer en esta industria», afirma.

SOBRE SU EXPERIENCIA EN EL MEDIO ORIENTE
Los primeros meses en Kuwait fueron muy difíciles, es un país muy conservador, con una cultura completamente diferente a la de cualquier lugar del continente americano. Ella llegó en la época más caliente del año y se enfrentó a temperaturas de hasta 57ºC.

También era la época del Ramadán, una celebración musulmana entre mayo y junio, en la cual se practica el ayuno diario. No podía comer ni tomar nada en público durante todo el día.

Ha experimentado un par de tormentas de arena, las más fuertes en los últimos 10 años. Cuenta que la ciudad y los vehículos quedan completamente cubiertos. «En las casas se dificulta respirar y es difícil dormir, ya que uno puede sentir y respirar la arena», sostiene.

Susana ya se acostumbró a respetar el código de vestimenta, a saludar sin dar la mano y a no hacer contacto visual con las personas, y lo disfruta. Allá a la gente le sorprende ver a una mujer piloto.

Su tiempo libre lo dedica a conocer Kuwait. Asegura que la comida es deliciosa y que ya está aprendiendo árabe. También está tomando clases de piano y se ha integrado a un “health club” para cuidar de su alimentación y hacer más ejercicio.

SOBRE EL FRACASO DE VECA
En algún momento conoció la sensación de ver su sueño truncado.

«En tiempos de crisis siempre te llenas de pensamientos de preocupación. Te das cuenta que la vida puede ser muy dura, ya que cuando pierdes tu trabajo o pasas por cualquier momento difícil te puedes llenar de muchas frustraciones», dice sobre su experiencia luego del cierre de operaciones de VECA.

Narra que todo ocurrió muy rápido y que fue muy difícil ver morir a una empresa salvadoreña en la que creía. VECA fue la primera compañía en darle la oportunidad de demostrar sus capacidades.

«Fue muy triste ver que un proyecto de país como ese, al que muchas personas dedicaron su tiempo y varios años de esfuerzo y trabajo, no haya podido dar los resultados que se esperaban por mala gestión administrativa y financiera, por intereses políticos y mal uso de los recursos de la empresa», comenta.

Sin embargo, Susana se considera una persona que no se da por vencida ni en las circunstancias más adversas de la vida. Tiene la convicción de que la fe en Dios puede llevarte lejos y cree que todos debemos comprender que tenemos la suficiente inteligencia para plantearnos soluciones en momentos de crisis.

Su meta a futuro es convertirse en capitán, volar aviones más grandes y ser voluntaria de UN Women (ONU Mujeres).

SOBRE SU VIDA
Susana creció en el municipio de Atiquizaya y cursó sus estudios en un colegio de Ahuachapán. Es hija de un matriarcado, siempre rodeada de mujeres, todas exitosas y luchadoras.

Su abuelita es la poetisa Marina de Cáceres, conocida en el mundo literario como «Flor de Lis», quien fundó el centro cultural con el mismo nombre. Además es ganadora de los Cuentos Florales y la Asamblea Legislativa la nombró hija meritísima de Atiquizaya en el 2015.

Su madre es una sobreviviente del cáncer y a ella le dedica todos sus triunfos. Dice que es su mayor ejemplo de esfuerzo y de cómo jamás darse por vencida en la vida. Ella radica junto a sus hermanas, que son tres, en Los Ángeles, California.

Paola, una de ellas, tiene una panadería en esa ciudad. Melissa es educadora de niños y trabaja como asistente de producción para shows de artistas como Jennifer López. Rocío, la menor de todas, es modelo y actriz. Rocío también está estudiando para ser escritora cinematográfica y está comprometida con proyectos de reciclaje.

“Vengo de una familia de mujeres multifacéticas a las cuales admiro y quienes siempre están apoyándome”, manifestó.

Lo más difícil para Susana es no poder convivir con sus seres queridos tanto como quisiera. Se pierde las navidades, los cumpleaños y cualquier evento importante, pero está segura de que todo sacrificio trae su recompensa.

A su mamá la está ayudando a crear una fundación para ayudar a mujeres que sufren violencia doméstica, a sobrevivientes del cáncer y niñas que busquen superarse.

“Siento que finalmente los vientos comienzan a cambiar y que hay esperanza para las mujeres de El Salvador. Es momento de asumir la responsabilidad del liderazgo en nuestro país en cualquier ámbito en que nos desempeñemos. Estoy poniendo en alto el nombre de mi querido El Salvador aquí en el middle east”.

Susana tiene la esperanza de que su historia le transmita a las mujeres una sensación de confianza. De saber que son capaces de lograr cualquier cosa si se lo proponen y que las limitaciones que otros les impongan no las definan.

Ella siempre supo que iba a llegar lejos, solo no pensó que fuera así de rápido. Más rápido de lo que algún día pudo imaginar. Ahora Susana hace historia, literalmente, desde lo alto.

Seguramente las mujeres trabajadoras que murieron en un incendio en aquella fábrica de Nueva York (1911)*, producto de las pésimas condiciones de trabajo y que un año antes habían organizado una huelga sin éxito para exigir reconocimiento y mejores salarios, elevarían su mirada hacia los cielos y estarían orgullosas de lo mucho que ha logrado esta piloto.