Hermosillo, Sonora.- El trabajo de los oficiales de la Policía Estatal de Seguridad Pública (PESP) no nada más se refiere a la persecución de delincuentes y operativos armados de aquí para allá, en diversos puntos de la entidad, sino que sus elementos muestran también su lado humano ante la sociedad, a la que se deben.
Esta mañana de miércoles arribó un convoy de tres patrullas de la PESP a una humilde vivienda localizada en el poblado Miguel Alemán; los residentes del lugar pensaron que “tenían alguna bronca con la ley”, pero su sorpresa fue mayúscula.
Alguno de los elementos de la PESP se enteró de la difícil situación económica que atravesaba una familia, se pusieron de acuerdo y les llevaron alimentos y artículos de primera necesidad, lo que de alguna manera vino a cambiarles la vida y a robarles una sonrisa.
Otro caso muy sonado de parte de oficiales de la PESP se registró en diciembre pasado en el sector Kilómetro Dos, de Empalme, Sonora, cuando repentinamente llegaron tres patrullas de la corporación policiaca a la parte baja del puente elevado, lo que propició la desbandada de “trampitas” (personas que viajan en trenes cargueros bajo condiciones extremas).
Pensaban que los iban a detener y comenzaron a correr en varias direcciones, solo uno de ellos, por problemas en una de sus piernas, se quedó en el sitio y fue cuando los oficiales se acercaron para regalarle de Navidad una torta bien preparada, con refresco y hasta algún dulce.
Uno a uno de los “trampitas” se fue acercando a las mesas que llevaban los policías estatales, que la única acción que llevaban en su contra era regalarles alimento.
Este es el lado humano de los oficiales de la PESP.