California, Estados Unidos.- Kristal Amezquita tenía 23 años cuando descubrió que ella y Diego, su novio, esperaban un bebé, pero nunca imaginaron lo que ocurriría después.
Tras su exploración de 12 semanas, la pareja anunció la feliz noticia en sus redes sociales e incluso tuvieron una sesión de fotos en su ciudad natal de Temecula, California.
En una publicación para Love What Matters, Kristal platicó que tuvo «el embarazo más normal», y que rara vez sufrió náuseas matutinas y antojos de frutas y verduras.
Ambos organizaron una fiesta de revelación de género y se sorprendieron al descubrir que esperaban un niño, al que le llamarían Ian Max.
Pero cuando tenía cinco meses de embarazo, la futura madre comenzó a experimentar dolor estomacal, que más tarde sabría que eran contracciones.
Un domingo por la noche, Kristal sintió una molestia tan fuerte que sabía que no era normal y decidió recostarse.
«Cuando desperté, el dolor había regresado. Fue un dolor punzante que apareció cada 5-10 minutos más o menos».
Considerando que era fin de semana por la tarde, la joven y Diego decidieron esperar para llamar al hospital el lunes por la mañana.
Aunque la mujer fue vista de inmediato por un médico al día siguiente, todavía podía sentir a Ian «sacudiéndose y girando» y su ritmo cardíaco volvió a la normalidad.
Un día después, Kristal tenía su ultrasonido de 21 semanas, donde el médico le dijo que probablemente eran «dolores de crecimiento».
Sin embargo, 24 horas más tarde, Amezquita despertaría con un malestar aún peor que le impedía ir a trabajar y volvió a dormirse en lugar de ir al hospital.
«Desearía haber hecho las cosas de manera diferente. Desearía haber escuchado mis instintos diciéndome que algo estaba mal», agregó.
La chica esperó a que Diego saliera de su trabajo y le dijo que la llevara a la sala de emergencias.
Ahí, los doctores le informaron que ya estaba en trabajo de parto y que estaba filtrando el líquido amniótico que su bebé necesitaba para sobrevivir.
Fue en ese momento donde le dijeron que podían acelerar su trabajo de parto con medicamentos o dejar que su cuerpo siguiera su cuso; ella eligió lo segundo.
Cuando se rompió la fuente, Kristal aseguró haberse dado cuenta de que estaba perdiendo a su bebé.
«Después de dos empujones, me preguntaron si quería sostenerlo, pero primero quería liberar la placenta», relató.
«Estaba tan conmocionada que el (doctor) que entregó a Ian lo dejó caer cuando salió y me decía: ‘está bien, eres joven, tendrás más, tú estás bien'», añadió.
Kristal explicó que Ian era tan pequeño, que se deslizó y no lograron atraparlo.
Esa misma noche, el experto la llamó para disculparse por no reconocer los signos de trabajo de parto. Más tarde, ella descubriría que tenía un cuello uterino anormal que provocó una infección en la placenta.
Diego y Kristal permanecieron en el hospital durante dos días antes de tener que despedirse de su hijo.
Durante una noche, una enfermera creó una caja de recuerdos con las cosas de su hijo, incluida una placa de sus pequeñas manos y pies.
«Nunca se olvida y siempre está en nuestros pensamientos y oraciones. Sé que está en mi corazón y eso me da consuelo», finalizó.