Puebla.- Manrique ‘N, el hombre que fue linchado en San Marcos Tlacoyalco, perteneciente a Tlacotepec de Benito Juárez, en Puebla, fue identificado como un trabajador de la empresa de televisión de paga Megacable.
Él fue señalado como secuestrador de un niño, sin embargo, jamás se le comprobó que hubiera cometido un crimen. Manrique, tenía 35 años, era originario de Veracruz y laboraba en una empresa de cable en Tehuacán.
De acuerdo a versiones extraoficiales, eran aproximadamente a las 18:00 horas del domingo 9 de agosto cuando Manrique se encontraba en la junta auxiliar de San Marcos Tlacoyalco. Fue cuando la policía auxiliar recibió un reporte de riña cerca de un campo deportivo.
A su llegada, los policías auxiliares encontraron a un grupo de personas con palos en las manos; estos tenían rodeado al hombre, dijo que trabajaba en una empresa de televisión de paga en la ciudad de Tehuacán.
Nadie decía de qué acusaban a Manrique, y tampoco lo señalaban directamente por algún delito. Miembros de la Policía Auxiliar lo revisaron frente a las personas con las que se encontraba peleando e instantes después lo trasladaron a la comandancia del pueblo, pero por razones desconocidas lo tuvieron varias horas detenido sin ningún cargo.
Eran aproximadamente las 21:00 horas cuando se corrió el rumor entre los vecinos que se trataba de un secuestrador de niños e hicieron sonar las campanas de la iglesia, pidiendo se reuniera el pueblo. No importando la pandemia por COVID-19, unas mil personas se concentraron frente a la Presidencia auxiliar de San Marcos Tlacoyalco.
Entre gritos y consignas, la gente decía que no permitiría que la policía se llevara al supuesto secuestrador que había intentado llevarse a un menor de edad. Sin embargo, entre los vecinos jamás hubo alguna persona que lo señalara directamente.
Mientras el detenido se encontraba en el interior de los separos, no presentaba aliento alcohólico y no se le podía comprobar ningún delito. Pero la gente enardecida con piedras y palos comenzó a causar destrozos en la Presidencia auxiliar.
Después, con una unidad oficial, derribaron puertas y paredes y lograron entrar hasta donde estaba el hombre detenido. Elementos de la policía municipal y el director de Seguridad Pública del municipio arribaron al lugar, pero fueron golpeados.
Al extraer a Manrique a golpes, le arrojaron piedras hasta destrozarle el cráneo. La gente pidió combustible y no permitieron el acceso a paramédicos para su atención prehospitalaria, pese a que llegó una ambulancia.
En tanto, la multitud observó la agonía del hombre hasta que perdió la vida. Varios minutos después arrastraron el cuerpo frente a la comandancia municipal, le arrojaron un líquido flamable y le prendieron fuego.
Consumado el linchamiento, la gente poco a poco comenzó a retirarse. Elementos de la Policía Estatal y Guardia Nacional resguardaron la zona mientras el agente del Ministerio Público realizó las diligencias del levantamiento del cadáver.
Una posible confusión le costó la vida al veracruzano, que se presume era inocente del delito que lo señalaban. Las autoridades iniciaron la carpeta de investigación correspondiente.
Como el caso de Manrique, en Puebla han ocurrido varios similares.
Alejandro Israel y Alejandro fueron calcinados dentro de un auto el 5 de mayo de 2020, acusados de cometer un robo en la junta auxiliar de Los Ángeles Tetela, en Puebla.
En el linchamiento registrado en Cohuecan el 7 de agosto de 2019, siete personas acusadas como presuntos secuestradores fueron cazados por una turba de más de 300 pobladores. Los hechos ocurrieron apenas a unas horas de que el Gobernador Miguel Barbosa tomara el cargo, y es la más grande masacre de este tipo registrada en Puebla en la última década.
El 29 de agosto del 2018, en Acatlán de Osorio fueron linchados de Alberto y su sobrino Ricardo al ser acusados de haber secuestrado a dos niños en la comunidad de San Vicente Boquerón. También esto se descartó después de su linchamiento.
El 19 de octubre los encuestadores Rey David y Abraham fueron confundidos con secuestradores en Ajalpan y sus cuerpos también fueron incinerados cuando aún se encontraban con vida en la plaza pública de la población.