La epidemia de tiroteos masivos que se extiende en las últimas semanas por Estados Unidos ha registrado un nuevo brote en Filadelfia. Al menos tres personas han muerto y otras 11 han resultado heridas durante la madrugada del sábado al domingo en un ataque en plena ciudad del amor fraterno.
Un grupo de hombres armados disparó contra la multitud en South Street, muy cerca del centro histórico y una de las principales zonas de ocio de la mayor ciudad del Estado de Pensilvania, según han informado las autoridades. Un agente de policía que se encontraba en la zona abrió fuego contra uno de los tiradores, que soltó el arma y huyó. La identidad de los atacantes, que lograron escapar, aún no ha sido establecida.
Tampoco se han desvelado los nombres de los fallecidos, aunque se sabe que se trata de dos hombres (uno de ellos de 25 años) y de una mujer, de 22. “Había cientos de personas paseando por South Street, como todos los fines de semana”, ha declarado un portavoz de la policía de Filadelfia al canal de televisión local WCAU. “Fue un caos”, ha dicho un testigo al diario The Philadelphia Inquirer. “La gente entraba desde la calle con manchas de sangre en los zapatos. Estábamos juntando servilletas, mojándolas y pasándoselas para que se limpiasen las heridas”.
Otro, llamado Joe Smith, de 23 años, ha comentado al Inquirer: “Cuando comenzó, pensé que no iba a parar”. Smith se hallaba a la puerta de un teatro cuando la salva de disparos empezó a llover a eso de las 11:30 p.m.
El ataque llega al final de una semana en la que cuatro personas murieron a manos de un asesino que irrumpió en el hospital Saint Francis en Tulsa (Oklahoma) en busca del médico que lo había operado de la espalda, que, al parecer, no había sido capaz de mitigarle el dolor de la intervención. Con un rifle de asalto que había comprado ese mismo día, el miércoles, pasado, mató también a otra médico, una recepcionista y a un paciente que esperaba en la consulta. Después se suicidó.
También están recientes los recuerdos de otros dos tiroteos masivos en Uvalde (Texas) y Búfalo (Nueva York). En la localidad tejana, un joven de 18 años, Salvador Ramos, mató a 19 alumnos de la escuela primaria Robb y a dos de sus profesoras, antes de quitarse la vida. El la ciudad del oeste del Estado de Nueva York, Payton Gendron, intoxicado por teorías cercanas al supremacismo blanco, se presentó en un popular supermercado de un barrio afroamericano con la intención de “matar negros”. Asesinó a 10 con un arma estilo AR-15. Gendron está encarcelado a la espera de juicio.
prohibición de ese tipo de armas, diseñadas para la guerra y altamente letales, es una de las medidas que el presidente Joe Biden exigió a los legisladores en un dramático discurso dirigido a la nación en horario de máxima audiencia el jueves pasado. También pidió que se restringiera la comercialización de los cartuchos de gran capacidad y que se subiera la edad legal para comprar un arma de 18 a 21 años a nivel federal. Las estadísticas indican que muchos de estos sucesos, a los que se les atribuye un poderoso efecto de contagio, están protagonizados por hombres jóvenes.
Según la web Gun Violence Archive, el de Filadelfia es el tiroteo masivo número 235 en lo que va de año en Estados Unidos. Y ni siquiera cuenta como el último: esta madrugada pasada también se han registrado sucesos así en Phoenix (Arizona; un muerto y ocho heridos), El Paso (Texas; ningún muerto y cinco heridos) y Ecorse (Míchigan; cuatro heridos).
Tras el de Tulsa, esta agencia independiente ha registrado seis ataques de este tipo. Si la cuenta se hace a partir del tiroteo masivo de Uvalde, el de mayor relieve mediático de la última tanda, la estadística se ha reproducido 26 veces (para que figure como masivo, un tiroteo tiene que alcanzar a un mínimo de cuatro personas, sin incluir al atacante, y que estos no sean miembros de la misma familia.