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«Oiga doctor, Voy a juntar para regalarle unos calcetines», se me llenaron los ojos de lágrimas…

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Cada vez más personas se convencen de que la felicidad se alcanza más con poco, que con mucho, como es el caso del médico Diego Ibarra Acosta, a quien una de sus pacientes lo hizo entrar en una profunda reflexión sobre las bondades de la vida, que tenemos todos a nuestro alcance y que pocos sabemos aprovechar.

Originario de Tepic, Nayarit, el profesionista de la medicina hace una narrativa en redes sociales sobre una experiencia maravillosa, y la comparte como un ejemplo de que la felicidad es nuestra, que debemos de aprovecharla al máximo.

Su relato lo transcribimos íntegro aquí:

“Ayer esta señora vino a consulta por vértigo, vio mi pluma de pollo que está en la parte inferior de la foto y me dice:

— ‘Ay doctor, esa pluma me gusta para ahora que estoy yendo a la escuela de adultos, ya hasta sé escribir mi nombre’, y yo pensando en regalarle la pluma, le digo:

— ‘A ver, si me escribe su nombre en esta hoja le regalo la pluma’. Rápidamente comenzó a decir:

— «La «J» de «Juan», la «O» de «Oso»… y así sucesivamente hasta que escribió su nombre. Y como se lo había prometido, le regalé la pluma que tanto le había gustado.

Proseguimos con la consulta y descubrí que cumplía años el 19 de septiembre, justo dos días antes de mi cumpleaños, y no desaproveché la oportunidad y le digo:

— ‘Mire ya casi cumpleaños, justo dos días antes de mi cumpleaños’, y me dice:

— «Si doctor, ¿y usted qué va a hacer? De seguro le van a comprar un pastelote». Solo sonreí y ella misma me dice:

— «Yo tengo ganas de sopes, creo que me voy a hacer sopes, porque pues todo me lo tengo que hacer yo, por si quiere ir, está invitado»; me dio mucha ternura su comentario y le dije que si podía con gusto iba. Ya al finalizar la consulta, me dice: «Oiga doctor, voy a juntar para regalarle unos calcetines el día de su cumpleaños», se me llenaron los ojos de lágrimas y solo pude decirle: «No se preocupe, señora, con que venga a darme un abrazo está mejor». Y así se retiró contenta del consultorio.

Muchas veces nos exigimos más de lo que de verdad necesitamos y nuevamente confirmo que hay personas que son felices con lo que tienen y que suelen ser más agradecidas por un simple gesto hacia ellos”.