Chihuahua.- Flor Cazarín González como se presentaba a la sociedad, pero mejor conocida como «La Madrina», de 43 años de edad, es una famosa asesina serial, que en libertad se dedicaba a robar: elegía a sus víctimas, en algunos casos las golpeaba, en otros las apuñalaba y a veces las estrangulaba.
El gobierno de Chihuahua pasó años tras sus huellas, hasta que dio con ella. El juez la sentenció por el homicidio de Carlota Muñoz Durán, pero se estima que puede tener hasta 20 víctimas.
En 2016, la asesina serial cometió un error. Apuñaló 91 veces a Carlota Muñoz, de 49 años. Pero en esta ocasión “La Madrina” ocultó el cuerpo en la casa de la víctima.
El día 11 de julio del 2016, entre las 08:00 y las 14:00 horas aproximadamente, la enjuiciada junto con su hijo y otro acompañante privaron de la vida a Carlota en el interior de su domicilio. Las indagatorias, realizadas por la Agencia Estatal de Investigación de Chihuahua, establecieron que fue Cazarín quien causó lesiones con un arma tipo cuchillo sobre el cuerpo de la víctima, siendo la causa real de la muerte un shock hipovolémico consecutivo a heridas punzocortantes en tórax.
Luego de que la homicida cometió el crimen, ella y sus cómplices se apoderaron de un vehículo y otros bienes de valor que eran propiedad de la hoy occisa.
Pero el escalofriante historial de homicidios de “La Madrina” se extiende también a varones. “Yo quiero saber dónde enterró la cabeza de mi papá, porque se la cortaron. Que me diga dónde la dejó”, suplicó una de las hijas de Gilberto Muñoz García, presunta víctima de la mujer.
Autoridades de Chihuahua realizaron el aseguramiento de una de las escenas del crimen de Flor Cazarín se ganaba la confianza de las personas. En 2015 la mujer se acercó a Gilberto con el nombre de Ariadna Fonseca Téllez y lo sedujo para ganar su confianza. Logró que la llevara a su casa y lo separó de sus hijas. El 22 de diciembre de ese año, el hombre decidió irse con Cazarín, pero antes ésta y sus cómplices vaciaron la casa de la víctima.
“La señora hizo que se sacara una lavadora y una estufa nueva, lo sé porque dejó cuentas pendientes», señaló la hija de Gilberto.
La tarde de su desaparición, la primogénita recordó que le advirtió a su papá: “abra bien los ojos, fíjese con quién se encontró, no importa si usted quiere casarse otra vez, pero busque una mujer que sí sea para usted”.
Después de esa charla no volvió a verlo. La mujer recibió una llamada para reconocer el cuerpo de su padre, quien había sido decapitado. En ese momento, el Ministerio Público sólo mostró las manos de la víctima, pues el cadáver de Gilberto había sido vulnerado severamente.
“Cosa espantosa lo que le hizo a mi papá y todo por una camioneta F-150”, recalcó.
Quienes la conocían testificaron que la mayoría de sus víctimas eran ancianos y los analizaba para acercarse a ellos. Utilizaba clonazepam (fármaco que actúa sobre el sistema nervioso) para dormirlos, pero antes se aseguraba de obtener las facturas de sus vehículos. Finalmente los asesinaba.
Entre sus crímenes, también pesa la muerte de Griselda Mojarro Delgado. De acuerdo con la justicia mexicana, todos sus homicidios tienen como móvil principal el delito de robo.