Hermosillo, Sonora.- El caso de Mariela Rodríguez, de 28 años de edad, es una historia que se repite en el día a día en todos los rincones de México, de familias alejadas de toda prosperidad y que no alcanzan a ver aquella luz al final del túnel para salir de la pobreza extrema y vivir “decorosamente” sin calor, agua y comida.
Mariela es pareja de un ayudante de albañil, ambos se vinieron de la fronteriza ciudad de Agua Prieta en busca de progreso, un progreso que para ellos no existe.
Viven en una casucha en la invasión El Guayacán, fabricada de pilotes de madera usada, techo de lámina y paredes de hule negro, que “es un horno”; ahí están sus hijos varones de 6 y 7 años de edad, una niña de 3 años y el cuarto “heredero” está por llegar.
Para evitar que los pequeños se deshidraten, a cada rato los está remojando, pero cuidando las reservas de agua que tienen, pues para aquella zona – cerca de un basurero – no hay red de distribución y solo dos veces por semana les surten del líquido a través de pipas.
La situación es desesperante, no encuentra lugar donde refrescarse, la temperatura ambiente es de 48 grados centígrados y así se tiene que poner a cocinar a medio patio, en una hornilla que está “de miedo”.
Ella dará a luz unos días más en el Hospital Integral de la Mujer del Estado de Sonora, donde le están solicitando dos unidades de sangre, y no encuentra cómo hacerle.
Si Usted está en condiciones de apoyarla, favor de dirigiese directamente al hospital a hacer su donación, de cualquier tipo se sangre.