Empalme, Sonora.- Horas de terror vivió la tripulación de un tren carguero al norte del Estado, cuando un grupo de delincuentes fuertemente armados los atacaron, y peor aún, decenas de migrantes que viajaban a bordo de unidades de arrastre quedaron desaparecidos al ser secuestrados por los sicarios.
Los integrantes de la tripulación son de Empalme, los que la tarde noche del 28 de junio partieron en el tren carguero transportando cemento, cajas y miscelánea, con destino a Nogales.
De acuerdo a narrativa de los integrantes de dicha tripulación, todo transcurría con tranquilidad, hasta que como a las 6:30 horas del sábado 30 fueron interceptados por varios vehículos en los que viajaban muchos sujetos armados con fusiles de alto poder y les obligaron a detener la marcha.
Eso ocurrió en el tramo entre Pitiquito y Trincheras.
Una vez que se detuvo el tren, los sicarios empezaron a hacer disparos y obligaron a las personas que viajaban de ‘trampita’ a que bajaran de las unidades de arrastre; entre estos había mujeres y niños, pero el trato fue igual para todos.
Los migrantes, la mayoría centroamericanos, empezaron a correr despavoridos, mientras que se escuchaban las ráfagas de metralla y balazos de arma corta.
Narran los denunciantes que la mayoría fueron detenidos por los delincuentes y los obligaron a arrodillarse debajo de un puente, mientras que otros más lograron huir hacia el monte.
Así transcurrieron cinco horas de angustia y terror, y aunque a través del sistema de comunicación pidieron auxilio al controlador de trenes para que enviara seguridad y pusiera de conocimiento al Ejército de la situación, la ayuda nunca llegó.
Ante tal situación, la tripulación decidió ‘cortar’ las máquinas y emprender la marcha, dejando detrás la columna de unidades de arrastre; “porque primero está salvaguardar la vida y luego lo material, lo que se transporte, aunque a la empresa Ferromex no le importa eso”, expresaron.
Pero cuando emprendían la marcha, de entre los arbustos, e incluso algunos enterrados en la tierra, empezaron a salir y correr hacia las máquinas y con gran angustia rogaban que los dejaran subir y huir del lugar.
Y aunque lo tienen prohibido, los dejaron subir para que se pusieran a salvo.
Sin embargo, al ver la acción, una camioneta repleta de delincuentes armados les empezó a perseguir, pero a las máquinas se les imprimió la velocidad necesaria para lograr alejarse y ponerse a salvo.
Así llegaron hasta un paraje, en donde nuevamente pidieron apoyo de seguridad, y el controlador les dijo que podían regresar por las unidades de arrastre, que el lugar en donde fueron los hechos ya estaba asegurado y custodiado por fuerzas federales.
Fue así que regresaron al lugar, pero al llegar se percataron que no había seguridad y se observaba a los delincuentes, por lo que se regresaron de nuevo, y ahora lo hicieron hasta Pitiquito.
Horas después se les notificó que ya podían regresar con seguridad por las unidades de arrastre, porque ahora si estaba asegurado el lugar.
Y efectivamente así fue; ya había elementos del Ejército, por lo que se procedió a enganchar las unidades de arrastre y remolcarlas hasta Pitiquito, en donde hubo cambio de tripulación.
Una de las tolvas que eran remolcadas y transportaba cemento mostraba huellas que los delincuentes habían hurgado, como que buscaban tal vez droga que iba oculta, pero al parecer no la encontraron.
De la desaparición del posible ‘cargamento’ culpaban tal vez a los centroamericano que viajaban en el tren, de los que la mayoría, al menos unos 80, ya no se supo ni se sabe nada de ellos.
Los denunciantes acusaron que por lo que ocurrió, es evidente que hay contubernio entre los delincuentes y gente que trabaja para Ferromex, que se encarga del tráfico de los trenes.